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Israel dispara tres misiles contra convoy de la ONG del chef José Andrés con ayuda humanitaria; hay 7 muertos

Estado de uno de los vehículos del convoy de la ONG World Central Kitchen alcanzados por el ataque israelí, este martes al sur de la franja de Gaza. MOHAMMED SABER (EFE)

Estado de uno de los vehículos del convoy de la ONG World Central Kitchen alcanzados por el ataque israelí, este martes al sur de la franja de Gaza. MOHAMMED SABER (EFE)

Crece la presión internacional sobre Netanyahu para que esclarezca el ataque contra el convoy de reparto de alimentos

Estado en el que ha quedado el vehículo en el que han perdido la vida 7 trabajadores de la ONG World Central Kitchen (WCK)Estado en el que ha quedado el vehículo en el que han perdido la vida 7 trabajadores de la ONG World Central Kitchen (WCK)Ahmed Zakot

Un dron israelí Hermes 450 disparó tres misiles contra tres vehículos perfectamente identificados de World Central Kitchen (WCK) en Gaza y mató a siete empleados de esta organización humanitaria fundada por el chef español José Andrés. Fuentes militares revelaron al diario Haaretz la secuencia del ataque cometido en la noche del lunes, que ha provocado la condena internacional y obligado a Benjamín Netanyahu y a los responsables del ejército a asumir la autoría y anunciar una «investigación profunda», tal y como le exigen decenas de países y organizaciones como la ONU y la Unión Europea.

La agresión revela además el extremo peligro que supone en Gaza la distribución de ayuda, aunque ésta se realice con una coordinación de movimientos con Israel. En este caso, los militares estaban informados del convoy y de su ruta.

«Es un día muy duro y estoy desconsolado. Yo he trabajado codo con codo con varios de ellos en otras misiones. Eran familia», explica el chef español desde el otro lado del teléfono con la voz rota. Cinco de las víctimas procedían de Australia, Polonia y el Reino Unido. Los tres gobiernos han convocado a los embajadores israelíes para exigirles explicaciones. Otro voluntario era un ciudadano con doble ciudadanía de Estados Unidos y Canadá, mientras el último se trataba del conductor palestino del convoy. Algunos de ellos tenían una dilatada experiencia trabajando para esta ONG en otras zonas de conflicto como Ucrania. «Lo peor de todo, más allá de esta tragedia, es que estas muertes no sirvan para parar la guerra», reflexionaba José Andrés, quien envió a Tel Aviv el mensaje de que «deje de restringir la ayuda humanitaria, de matar a civiles y trabajadores humanitarios y de utilizar los alimentos como arma».

Según el relato recogido por Haaretz, los tres vehículos de WCK habían escoltado a un camión con alimentos hasta el almacén de la ONG en Deir El Balah. «En la sala de control de la unidad encargada de asegurar la ruta se identificó a un hombre armado en el camión y despertó sospechas que se trataba de un terrorista», cita el medio israelí.

Terminada la operación, que como todos los demás pasos estaba coordinada con el ejército, los vehículos abandonaron el almacén a la hora y por la ruta pactada, pero apenas unos minutos después desde la sala de control se ordenó abrir fuego contra el primer coche. Nadie reparó en que el supuesto hombre armado se había quedado en el almacén.

Los supervivientes de este automóvil lo abandonaron rápidamente y se subieron al segundo. Avisaron a la organización de lo sucedido y entonces se produjo un nuevo impacto. El tercer coche del convoy se acercó y sus miembros comenzaron a trasladar a los heridos a su interior, pero no les dio tiempo porque les alcanzó un tercer misil. Las fuentes de Defensa no ocultaron su frustración porque «hacemos todo lo posible para atacar con precisión a los terroristas, y al final las unidades en el campo deciden lanzar ataques sin ninguna preparación, en casos que no tienen nada que ver con la protección de nuestras fuerzas».

El analista israelí Barak David, habitual de medios internacionales como CNN, señaló en su perfil de X que «este incidente es lo menos sorprendente del mundo. Esta es una continuación directa del incidente en el que los soldados dispararon a tres rehenes y muchos otros incidentes, y demuestra la jungla que existe cuando se trata de instrucciones para abrir fuego en Gaza. En definitiva, la impresión que da es que primero disparan (a casi todo lo que se mueve) y luego hacen preguntas». Los israelíes no olvidan cómo su ejército abatió por error a tiros a tres rehenes que habían conseguido escapar de sus captores en diciembre en Shujaiya. Fue una ejecución porque ninguno representaba amenaza alguna para las tropas.

La ONG de José Andrés emitió un comunicado en el que explicó que «el equipo se desplazaba por una zona no conflictiva en dos vehículos blindados con el logotipo de WCK. A pesar de coordinar los movimientos con las Fuerzas de Defensa, el convoy fue alcanzado cuando salía del almacén de Deir El Balah, donde había descargado más de cien toneladas de ayuda alimentaria humanitaria».

En opinión de Erin Gore, directora ejecutiva de World Central Kitchen, «esto no es solo un ataque contra WCK, es un ataque contra organizaciones humanitarias que aparecen en las situaciones más espantosas donde los alimentos se utilizan como arma de guerra. Es imperdonable».

Un «trágico accidente»

El ejército de Israel, como hace cada vez que ocurre una situación tan mediática, aseguró este martes que ha puesto en marcha «un examen en profundidad al más alto nivel para comprender las circunstancias de este trágico incidente». La ONG de José Andrés se suma a la larga lista negra de organizaciones humanitarias atacadas por Tel Aviv desde el 7 de octubre. La agencia para los refugiados palestinos de la ONU (Unrwa), algunos de cuyos empleados han sido señalados como milicianos de Hamás por Israel, contabiliza la muerte de 176 miembros desde el inicio de la guerra.

Médicos Sin Fronteras (MSF) también ha sufrido los ataques directos del ejército y al menos cinco de sus miembros han muerto, algunos de ellos junto a sus familias. Las organizaciones humanitarias locales también han sido objeto de ataques constantes y por eso se han visto obligadas a dejar de trabajar en Gaza.

Al cierre de esta edición, las autoridades solo habían revelado las identidades de tres voluntarios asesinados, a la espera de que los gobiernos de sus países de origen autorizaran o rechazaran facilitar los datos de los restantes. Lalzawmi Frankcom, australiana de 43 años a la que le «encantaba reír», murió en uno de los tres vehículos. Apenas hace una semana, grabó un vídeo donde explicaba el trabajo en las cocinas de la ONG. Exempleada en un banco australiano se unió a la organización en 2018 para ayudar a los damnificados por la erupción de un volcán en Guatemala. Luego cooperó en Haití. Repartía la comida que preparaba la organización de José Andrés desde el asiento trasero de una motocicleta.

Otro de los asesinados es Seif Issam Abu Taha, de 26 años, palestino, que trabajaba para WCK en Gaza. «Era una persona amigable y encantadora, siempre apoyaba a las personas que necesitaban ayuda», dijo de él un allegado a The Washington Post. La tercera víctima identificada es Damian Soból, un voluntario de 35 años procedente de Polonia. Antes de recalar en la Franja, durante estos dos últimos años prestó ayuda en Ucrania y a los damnificados por el terremoto de Marruecos. «Sonriente, amable, paciente y dispuesto a ayudar», sus compañeros le definen como «una de las luces brillantes en estos meses horribles». La llamada telefónica que realizaba casi a diario a su madre enmudeció ayer junto a un almacén de ayuda humanitaria.

Herlaldo.es
Mikel Ayestaran, Corresponsal
Franja de Gaza, Palestina
Miércoles 3 de abril de 2024.

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