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La democratización formal de la BUAP

La Universidad no es una empresa ofrecedora de servicios, tiene una función primordial que es la de garantizar la educación y el ejercicio de la libertad de expresión, asegura la maestra Guadalupe Grajales, candidata a rectora de la BUAP. (Foto Agencia Enfoque)

Guadalupe Grajales

Hay que desterrar el sistema que le ha dado a la burocracia el poder absoluto

La lectura de dos artículos escritos por los doctores Leopoldo Santos Ramírez, profesor investigador del Colegio de Sonora y de Hugo Aboites, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, me confirma dos ideas centrales. La primera, que las universidades públicas del país estamos viviendo la misma clase de problemas derivados de una concepción de universidad y de educación impuestas a través del brutal ejercicio del poder burocrático. La segunda, la diversidad que hay entre las distintas universidades respecto a su estructura de gobierno y su estructura académica es aparente puesto que el funcionamiento real de las administraciones universitarias y el creciente abandono de un ejercicio democratizador del poder es el mismo.

En ambos artículos se da cuenta del enorme control ejercido por la administración, aun cuando ésta no ocupe la mayoría de los escaños en el máximo órgano de gobierno, como es el caso de la Universidad de Sonora, o bien sí los ocupe, como es el caso de la Universidad Autónoma Metropolitana. Los recursos empleados por la administración para obtener un Colegio Universitario, en el caso de la BUAP un Consejo Universitario afín, son los mismos: contratación de profesores de horas sueltas u hora clase para obtener representaciones magisteriales manipulables y, en el caso de las candidaturas de las y los estudiantes, el bloqueo sistemático en el registro de las fórmulas o planillas independientes, por mencionar sólo algunas de las prácticas más a la mano del aparato administrativo. Señala el doctor Santos: “Con estos votos manipulados, sumados los de los jefes de departamento, y con los titulares de las coordinaciones generales de las Facultades Interdisciplinarias, la burocracia universitaria podría tener mayoría en la asamblea del Colegio Universitario.”

Por su parte, el doctor Aboites destaca: “Las autoridades tienen el poder y lo ejercen. Cuando el 10 de marzo pasado se declara el paro en toda la …(UAM), se estaba aprobando una modificación del Reglamento Orgánico que cambiará la forma de trabajo de los académicos. Y la votación de ese día (en otras ocasiones hay más consejeros presentes) es reveladora de la dinámica en ese órgano colegiado: votaron 31 personas, y el cambio se aprobó con los 21 votos de los funcionarios y menos de 10 entre académicos y estudiantes, pues hubo varias abstenciones.”

¿Qué lecciones podemos derivar de la situación prevaleciente en estas dos universidades públicas con respecto a la BUAP?

Con respecto a la Universidad de Sonora podríamos decirles, junto con el doctor Santos, que “no basta la promulgación de una ley por el Congreso para que ésta se haga efectiva. Esta ley tomará vigencia propia en la medida que los universitarios la ejerzan a plenitud.” Es el caso que nuestra Ley, aprobada desde abril de 1991, prescribe la representación paritaria de los sectores magisterial y estudiantil en el máximo órgano de gobierno facultado para nombrar a la rectoría y, sin embargo, desde que esta Ley fue promulgada su espíritu ha sido violentado y su letra ha sido alterada por la vía de la aprobación de normas secundarias.

Con respecto a la UAM podemos constatar que no necesitas ser funcionario para sentirte como tal y votar como tal, pues en nuestro Consejo Universitario no existe un solo funcionario con derecho a voto y, sin embargo, las decisiones se toman por unanimidad o por abrumadora mayoría y claramente en contra de los intereses del magisterio y del estudiantado.

Así, tenemos a la BUAP con una legislación de vanguardia en lo que a la representación democrática se refiere, a la UAM con una estructura de gobierno en la que los funcionarios llevan todas las de ganar y a la Universidad de Sonora que empieza a recuperar, al menos formalmente, la representación de estudiantes y profesores en el Colegio Universitario. Pero, ¿cuál es el denominador común entre ellas? El ejercicio vertical y centralizado del poder a través de una burocracia que se recrea a sí misma una y otra vez. Una burocracia que, a través del control y de la manipulación, mantiene su imperio y sojuzga y somete a ese imperio los derechos e intereses de los universitarios.

¿De dónde le viene este enorme poder a la burocracia?

Del sistema impuesto a la universidad pública y en general a la educación superior desde la década de los ochenta. La concepción de la universidad como una institución al servicio de los intereses económicos transformó y trastocó su papel en el desarrollo de nuestro país y su participación en la construcción de una sociedad más equitativa, igualitaria y justa. Este sistema puso a competir a los individuos y a las instituciones entre sí, olvidando que el objeto y fines de una institución pública como la universidad no son alcanzables sin el concierto del esfuerzo conjunto de sus miembros.

¿No les parece a ustedes de la mayor importancia desterrar de una vez por todas a este sistema que nos ha llevado a la peor precarización salarial y a la peor desigualdad en el acceso a los derechos educativos y humanos de las y los estudiantes?

Guadalupe Grajales

Licenciada en Filosofía por la UAP con Maestría en Filosofía (UNAM) y Maestría en Ciencias del Lenguaje (UAP). Candidata a doctora en Filosofía (UNAM). Ha sido coordinadora del Colegio de Filosofía y el posgrado en Ciencias del Lenguaje (BUAP), donde se desempeña como docente. Es la primera mujer en asumir la Secretaría General de la BUAP.

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Guadalupe Grajales
Ciudad de Puebla, Mx.
Martes 18 de abril de 2023.

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