Opinión

La penosa soledad de Barbosa

Jorge Rodríguez

Barbosa se ha quedado sin carta sucesoria

Si Gabriel Biestro no consigue revertir la designación de Claudia Rivera Vivanco como candidata de Morena a la presidencia municipal de Puebla, el gobernador Miguel Barbosa tendrá que pensar en un nuevo proyecto para tratar de heredar el poder en la contienda electoral de 2024 y garantizar su tránsito pacífico hacia el retiro.

La pérdida de una carta viable para influir en el rumbo de su propia sucesión es uno de los daños colaterales más severos que ha sufrido el inquilino de Casa Aguayo con la apuesta del partido presidencial por la reelección de Claudia Rivera.

Es cierto que la virtual abanderada de Morena y el gobernador del estado arrastran pleitos irreconciliables desde que participaron en la campaña electoral de 2018 y que profundizaron sus diferencias una vez que arribaron al poder, pero al margen de eso, de que a Barbosa no le genere ninguna alegría la posibilidad de cohabitar otros tres años con Rivera en la capital, el descalabro va más allá de la eventual incomodidad de mirar al enemigo regodearse de placer por alcanzar la meta anhelada.

Barbosa ha dicho en público y en privado que no está interesado en dejar sucesor, pero sus antecedentes como mandamás absoluto del PRD durante 20 años y sus rasgos personales anticipan otra cosa, un político que intentará, como todos lo hicieron en el pasado en mayor o menor medida, colocar un perfil afín a su estima e intereses en la silla del próximo gobernador.

Ese perfil fue Gabriel Biestro hasta la noche del viernes 26 de marzo, cuando la dirigencia nacional de Morena dio a conocer que Rivera Vivanco había resultado ganadora del proceso interno.

Sin el expresidente del Congreso en el escenario y con Claudia Rivera pendiente de lo que suceda el 6 de junio en las urnas: si pierde dirá adiós a su carrera política y si gana obtendrá boleto automático para participar en la sucesión, quien aparece solitario y sin aparentes rivales que le incomoden para encaminarse a la disputa de 2024 es el senador Alejandro Armenta Mier.

El legislador federal, nacido en Izúcar de Matamoros y después avecindado en Acatzingo, donde fue presidente municipal a los 23 años de edad, ha sabido aprovechar su estrecha relación con Ricardo Monreal (líder de la bancada morenista en el senado) y se ha acercado lo suficiente a Mario Delgado (dirigente nacional de Morena) como para tener, ahora mismo, más trascendencia en las decisiones del partido que el propio mandatario estatal.

Del conocimiento de estas circunstancias vienen las acusaciones que han hecho Biestro y sus aliados, entre quienes se encuentra Mario Bracamonte, en contra de Armenta, Carlos Evangelista y Edgar Garmendia de los Santos.

Sin Gabriel Biestro, sin Claudia Rivera (en caso de que pierda la elección frente al panista Eduardo Rivera Pérez), con un Fernando Manzanilla (también enemigo del barbosismo) a medio gas, seguramente volcado a emerger de entre las cenizas en un futuro cercano, Armenta parece hoy, a tres años de distancia, la alternativa más viable de Morena para competir por la silla de gobernador en 2024.

La sola idea no debe agradarle a Barbosa.

Por eso tendrá que construir un nuevo proyecto transexenal, a menos que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le adelante al diputado local con licencia su regalo del próximo cumpleaños, o que, como especulan algunos mal pensados, adopte de una vez a Rivera Pérez, en sentido estrictamente político.

Siempre existirá la alternativa de insertar a Biestro en el gabinete para arroparlo y prepararlo otra vez, con idéntico propósito electoral, pero más forzado que ahora, en un camino cuesta arriba y con menores probabilidades de éxito que en esta ocasión.

El Sol de Puebla
Jorge Rodríguez
Ciudad de Puebla
Jueves 8 de abril de 2021.

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