Mario Lubetkin, representante de la FAO para Latinoamérica y el Caribe advierte de que a pesar de los avances por la seguridad alimentaria, en la región hay todavía 43 millones personas que pasan hambre
Buenas noticias en la lucha por la seguridad alimentaria en Latinoamérica. La oficina regional de la FAO para la región ha destacado que al menos tres millones de personas salieron “del cuadro más dramático del hambre” en América Latina y el Caribe, un logro que en palabras de Mario Lubetkin, representante de la FAO en el subcontinente, es “una luz que empieza a iluminar el camino” para mejorar las condiciones de alimentación en una región que aún no supera el golpe de la pandemia y cuya producción de alimentos se ve fuertemente afectada por el cambio climático. A pesar del avance, Lubetkin alerta que todavía hay 43 millones de latinoamericanos que sufren hambre y 130 millones que no se alimentan bien.
La FAO presentó la semana pasada la llamada Alianza Parlamentaria Iberoamericana y Caribeña por la Seguridad Alimentaria, con el apoyo de las agencias de cooperación internacional de España y México y representantes de más de 10 países. La nueva iniciativa pretende unir esfuerzos para impulsar iniciativas dentro de los parlamentos regionales para atender al sector agroalimentario y erradicar el hambre y la malnutrición en el subcontinente. Lubetkin advierte de que los tres millones de latinoamericanos que han dejado la situación de hambre “no quiere decir que vamos en un cambio de tendencia y tenemos que estar contentos”, porque aún hay millones de personas que no tienen asegurada la comida. La FAO prepara un nuevo informe sobre la situación del hambre en la región, cuyos resultados los presentará en julio y espera poder confirmar la tendencia de reducción del hambre. “Si los números se confirman, y tengo la sensación de que vamos por buen camino, podemos empezar a decir de que se empiezan a dar resultados positivos”, afirma Lubetkin.
Los países latinoamericanos aún no han logrado superar el golpe de la pandemia de covid-19. El hambre en América Latina aumentó un 30% de 2019 a 2020, afectando a 59,7 millones de personas, según un informe publicado por la ONU en 2021. Debido a la pandemia, las economías de la región se cerraron, millones de personas perdieron sus empleos y las cadenas de suministros de alimentos se vieron afectadas, lo que impactó en la importación de comida en países más vulnerables, como las islas del Caribe. “Esa caída en la seguridad alimentaria no se ha recuperado”, afirma Lubetkin en una entrevista telefónica. “Sí hubo un escenario de recuperación diversificado, pero no toda la región está reaccionando de la misma forma. Está claro de que hay un empuje fuerte, más concreto y positivo en la zona Sudamericana y México, que naturalmente son áreas de fuerte producción alimentaria. Esa es la zona que más ha facilitado llegar a los tres millones que salieron de la situación de hambre”, explica.
Detrás ha quedado el Caribe y Centroamérica, regiones afectadas por desastres naturales y los estragos que provoca el calentamiento global. El llamado Corredor Seco centroamericano es golpeado por la falta de lluvias, lo que afecta la producción de alimentos básicos como maíz y frijoles. Los países más vulnerables a la sequía son Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, donde los datos oficiales muestran que se ha perdido más del 70% de las cosechas de esos alimentos básicos para los habitantes de la región. “Centroamérica expresa cómo el cambio climático es otro factor tremendo en la lucha contra el hambre. Según los datos que tenemos de la región mesoamericana, no hubo ni avances ni retrocesos, pero el enorme esfuerzo que hicieron para avanzar fue fuertísimamente afectado por el cambio climático”, explica Lubetkin.
El representante de la FAO alerta, sin embargo, que la mayor preocupación de la organización está en el Caribe, que tiene el escenario más negativo sobre el acceso a alimentos. Haití hunde a esa zona en los datos regionales, dado que según un informe publicado por la organización en 2023, el 44% de los haitianos sufren hambre severa. La violencia de las pandillas, la crisis económica y política y los efectos climáticos hacen que 4,3 millones de haitianos se enfrentaran a la inseguridad alimentaria aguda entre agosto de 2023 y febrero de 2024. Según el último análisis de los Puntos críticos de hambre de la FAO, Haití es uno de los nueve países que enfrentan riesgos de hambruna y está entre los cinco con más del 10% de la población en la fase de emergencia alimentaria.
Los países del Caribe “no han recuperado el nivel de ingresos que tenían en el período previo a la covid fruto del turismo”, recuerda Lubetkin, quien hace referencia al golpe que sufrieron compañías aéreas y empresas navales, que garantizan la conexión de esos países con el resto del mundo, tanto para los viajeros, como para la transportación de alimentos. Lubetkin afirma que el Caribe prácticamente importa el 100% de su necesidad alimentaria y las familias de la región han tenido que enfrentarse a la pérdida de ingresos y al aumento en los precios de los productos. Eso ha llevado a millones a optar por alimentos de menor calidad, lo que influye en el aumento de la obesidad.
La obesidad es, de hecho, uno de los problemas que más preocupan a la FAO. Lubetkin lo califica de problema “muy severo”, dado que el 25% de la población de América Latina es obesa y el 8.6% de los niños menores de cinco años sufren también de sobrepeso, mientras que el promedio mundial es inferior al 6%. “Ya no basta con comer, si no se trata de comer bien. En el mundo hay 730 millones de personas que pasan hambre y hay mil millones de obesos, con los riesgos que tiene la obesidad en la salud humana, con lo que eso significa en los costos de cuidado. Hay una razón económica. En América Latina y el Caribe, hacer una dieta diaria saludable tiene un costo de 4 dólares, muy por encima del promedio mundial, que es de 3,60″, afirma Lubetkin.
El representante de la FAO afirma que los “engranajes económicos” de sociedades profundamente desiguales, donde la riqueza está en manos de un pequeño porcentaje de la población, hace que un plato de comida de calidad sea más caro. Afectan otros factores, como las ayudas a los sectores productivos y la educación, que debe ayudar a los ciudadanos a escoger una forma de alimentación más sana. “No está dicho que todos aquellos ciudadanos que tienen una garantía de ingresos diarios de más de cuatro dólares necesariamente se alimenten bien. Lo económico es lo que más pesa, y eso afecta a centenares de millones de personas, pero también hay un aspecto educativo que incide en este proceso”, aclara Lubetkin.
Este experto de origen uruguayo afirma que para mejorar el acceso a alimentos de calidad a la población latinoamericana, los gobiernos deben invertir en la transformación de los sistemas agropecuarios, lo que incluyen cuidar la tierra para que siga produciendo alimentos, manejar semillas de alta calidad, el buen manejo de los recursos hídricos y fuertes apoyos a los trabajadores del campo, pero también mejorar el acceso de productores locales a los mercados externos, abaratando los costo que caen principalmente en el productor. Lubetkin también hace énfasis en reducir el desperdicio de alimentos en la región, donde el 12% de la producción se desperdicia. En América Latina y el Caribe se tiran a la basura más de 220 millones de toneladas de comida al año, lo que equivale a 330 kilogramos por persona, según la FAO. “Si pudiéramos reducir el desperdicio —donde se unen razones productivas, educativas, de salud, de infraestructura y logísticas— estaríamos en un escenario infinitamente mejor en América Latina”, afirma Lubetkin.
El País
Carlos S. Maldonado
Ciudad de México
Domingo 16 de junio 2024.
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